La introducción, palabras preliminares o arranque, sitúa al lector en el umbral del cuento propiamente dicho. Aquí se dan los elementos necesarios para comprender el cuento. Se esbozan los rasgos de los personajes, como ocurre en La Camarona, se dibuja el ambiente en que se sitúa la acción y se exponen los sucesos que originan la trama, esto podemos verlo en Rompecabezas.
El desarrollo, consiste en la exposición del problema que hay que resolver. Va progresando en intensidad a medida que se desarrolla la acción y llega al clímax o punto culminante (máxima tensión), para luego declinar y concluir en el desenlace.
El desenlace, resuelve el conflicto planteado; concluye la intriga que forma el plan y el argumento de la obra, como ocurre en este fragmento de ¡Adiós, Cordera!:
"Qué sola se quedaba! Ahora sí, ahora sí que era un desierto el prao Somonte.
-¡Adiós, Pinín! ¡Adiós, Cordera!
Con qué odio miraba Rosa la vía manchada de carbones apagados; con qué ira los alambres del telégrafo. ¡Oh!, bien hacía la Cordera en no acercarse. Aquello era el mundo, lo desconocido, que se lo llevaba todo. Y sin pensarlo, Rosa apoyó la cabeza sobre el palo clavado como un pendón en la punta del Somonte. El viento cantaba en las entrañas del pino seco su canción metálica. Ahora ya lo comprendía Rosa. Era canción de lágrimas, de abandono, de soledad, de muerte.
En las vibraciones rápidas, como quejidos, creía oír, muy lejana, la voz que sollozaba por la vía adelante:
-¡Adiós, Rosa! ¡Adiós, Cordera!"
Respecto a la extensión de las partes que componen el cuento, ésta deben guardar relación con la importancia concreta que cada una tenga dentro del relato. En general, estos cuentos, como habréis podido observar, son muy breves. Debemos señalar que la estructura descrita se refiere al cuento tradicional, que es organizado de forma lineal o narrado cronológicamente. Actualmente, los escritores no se ciñen a dicha estructura: utilizan el criterio estético libre, el que permite que un cuento pueda empezar por el final, para luego retroceder al principio; o comenzar por el medio, seguir hasta el final y terminar en el principio.
Y por último, nos dedicaremos a analizar el narrador de los cuentos. El narrador puede participar o no en la acción narrada, conocerla en mayor o menor grado; vincularse emocionalmente a los hechos o distanciarse de ellos; dirigirse o no al lector. Veamos algunos ejemplos:
La narración de Las fresas tiene algunos tintes líricos cuando el narrador-protagonista se detiene a contemplar los rayos del sol sobre su cuerpo o el de su amada Ninon, así como las freseras que rebosan frutos hermosos y provocativos que producen alegría. En este caso, el narrador participa directamente en los hechos que en el cuento se relatan, es homodiegético. Este tipo de narrador es el menos abundante.
En los demás cuentos, el narrador es externo, omnisciente. Más objetivo e impersonal que el que encontraríamos en cualquier narración realista.
"La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos."
(Vicente Blasco Ibáñez)